De junio a agosto, A Rocha Perú tuvo la alegría de recibir a Valeria, una voluntaria internacional que dedicó más de dos meses de su tiempo y energía al cuidado de la creación en Pacasmayo. Trabajando a tiempo completo, se convirtió en una parte fundamental del equipo del Proyecto Bosque Seco, aportando creatividad, iniciativa y un gran deseo de aprender.
“Mi principal responsabilidad fue apoyar al equipo en Pacasmayo, que estaba a cargo del Proyecto Bosque Seco,” comparte Valeria. “Ayudé a planificar y organizar talleres sobre temas ambientales como los microplásticos y la conservación del agua en el Perú.” Sus días estaban llenos de actividad: pintó carteles para un huerto escolar, organizó una excursión al Bosque Cañoncillo y diseñó juegos educativos que ayudaban a los niños a aprender de manera divertida.
Junto con el grupo de mujeres de la comunidad, participó en talleres de bordado y colaboró en el diseño de un logotipo para las bolsas artesanales que ellas elaboran. “El objetivo era ayudarlas a vender sus productos, incluso a nivel internacional,” explica. Su creatividad también llegó al Proyecto Amazonía, donde dirigió un taller de pintura utilizando materiales naturales, como piedras encontradas en los alrededores, para hacer el espacio comunal más acogedor y lleno de vida.
Más allá de las habilidades adquiridas, lo que más la marcó fue la experiencia de vivir y trabajar de cerca con la comunidad local. “Lo más gratificante fue ver cómo la constancia y la presencia genuina construyen confianza y conexión, donde el apoyo mutuo y la solidaridad son parte natural de la vida diaria”, reflexiona. “Me di cuenta de que la conservación no solo se trata de proteger ecosistemas, sino también de entender las necesidades y esperanzas de las personas que viven allí.”
Pero Valeria no fue la única voluntaria que vivió esta experiencia transformadora. Noah, quien llegó desde Nashville, Estados Unidos, también fue parte del proyecto, y su historia de aventura y conexión es igualmente inspiradora.
Noah, quien es Coordinador de Conservación en A Rocha USA, decidió hacer un voluntariado internacional en Perú para contribuir al Proyecto Amazonía y colaborar con la comunidad Machiguenga en Monte Carmelo. Durante su tiempo allí, Noah concentró sus esfuerzos principalmente en el mantenimiento del invernadero en Monte Carmelo, donde se encargó de recopilar semillas, cuidar plantas y arreglar el espacio para asegurar que el invernadero continuará siendo un recurso vital para la comunidad.
Además, uno de sus enfoques principales fue realizar entrevistas con miembros de la comunidad Machiguenga. Esto tenía dos productos en mente: un guía visual del conocimiento cultural que los Machiguenga tienen en relación con indicadores ecológicos, como las señales para saber el tiempo de las hueveras de los peces o el momento adecuado para sembrar o cazar y versiones escritas de las leyendas ancestrales de los Machiguenga, tanto para adultos como para niños. Estas versiones se destinaban no solo para el uso de la comunidad, sino también como material de referencia para A Rocha Perú.
Uno de los aspectos más destacados de su experiencia fue la oportunidad de documentar las leyendas ancestrales de los Machiguenga, un proyecto que Noah describió como un verdadero honor. “Tuve la oportunidad de escuchar las historias, mitos y leyendas de la comunidad, y poder trabajar en ellas ha sido increíblemente valioso,” comentó Noah. Este trabajo, además de ser una experiencia enriquecedora para él, tiene un impacto profundo y duradero para la comunidad. La posibilidad de preservar este conocimiento sin que se pierda intergeneracionalmente es un verdadero regalo tanto para la comunidad Machiguenga como para A Rocha Perú.
A través de voluntarios como Valeria y Noah, A Rocha Perú sigue construyendo puentes: entre las personas y la naturaleza, entre culturas y generaciones. Estos testimonios son solo un reflejo de cómo la aventura del voluntariado internacional no solo cambia vidas, sino que crea conexiones significativas que perduran más allá de las fronteras.
